METODOLOGÍAS EDUCATIVAS ESPECÍFICAS APLICANDO LOS AVANCES DE LA NUEVA EDUCACIÓN DIFERENCIADA
Desde que se han establecido procedimientos de medición de resultados educativos, se han constatado diferencias cuando comparamos a los niños y a las niñas de una misma edad. Existen muchos datos sobre rendimiento en las asignaturas, pero las desigualdad aparece también en otros ámbitos. En el caso de los alumnos varones preocupan sus malos resultados en las pruebas objetivas. Las alumnas, por lo general más maduras y responsables, padecen otros problemas diferentes al puro rendimiento académico, al menos durante los primeros años de escolarización.
"La Junta de Participación de los Consejos Escolares Autonómicos, reunida en marzo de 2011, compuesta por los Presidentes de Consejos Escolares Autonómicos y del Estado, ha estudiado las estadísticas del sistema educativo español y los indicadores del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación fijando la atención en aquellos que se refieren a los resultados desagregados por sexo. A partir del análisis de los datos es posible establecer las siguientes conclusiones:
1º) Los varones tienen más dificultades que las mujeres para prosperar en el sistema educativo español. Tienen más suspensos, repiten más, abandonan antes el sistema educativo y se gradúan en menor proporción que sus compañeras.
2º) El menor éxito escolar de los varones es un fenómeno que se manifiesta desde hace ya varios años, curso tras curso, en todas las Comunidades Autónomas, incluso en aquellas que tienen mejores resultados, en todos los niveles educativos, desde la Primaria a la Educación Superior, y en todos los indicadores de progreso relacionados con la promoción y la titulación.
3º) El menor éxito de los varones en los resultados académicos de promoción y titulación no parece corresponderse con los resultados en las evaluaciones externas de diagnóstico, tanto internacionales como estatales o autonómicas. En estas evaluaciones, en las que se valoran niveles de competencias básicas, los varones españoles obtienen resultados diferentes a los de sus compañeras, pero no inferiores. Suelen obtener mejores resultados en competencia matemática y en ciencias y peores en competencia lingüística.
Es sorprendente que este problema, de dominio público, no produzca alarma social ni reacción alguna en la comunidad educativa. En todos los ámbitos implicados, familiar, educativo y social, parece que se acepte con cierta resignación el hecho de que los chicos “van peor en la escuela”, como si se tratase de algo normal, lógico o sin remedio. Es llamativo, además, que un sistema educativo, como es el nuestro, orientado a la equidad, capaz de detectar y compensar con eficacia, en muchos casos, las dificultades en el proceso de aprendizaje, no haya reaccionado ante una variable (el ser varón), que estadísticamente es, con claridad, predictora de dificultades escolares (…)
Por todo ello, la Junta de Participación demanda a las Administraciones educativas que, en primer lugar, indaguen si existe un conocimiento científico riguroso sobre el tema y, en el caso de que éste sea escaso o insuficiente, que impulsen estudios comparativos e investigaciones que permitan identificar con claridad aquellos elementos o circunstancias, tanto en el plano nacional como autonómico, que impiden a los varones evolucionar con éxito en su formación y alcanzar resultados similares a los de las mujeres".
En nuestro colegio, a pesar de obtener unos buenos resultados académicos y educativos, detectamos esas desigualdades en tres campos: rendimiento, reconocimiento y comportamiento. Son diferencias que se encuentran reflejadas también en los informes sobre el conjunto de España (Informe del MEC) y el mundo: informes Pisa (lectura, matemáticas y ciencias), Timss (ciencias y matemáticas) y Pirls (lectua).
¿A qué es debida esta diferencia si les tratamos igual? O bien los chicos y las chicas de una misma edad son diferentes, o la metodología empleada no es igual de eficaz con los chicos y las chicas (lo que confirma que son diferentes). La bibliografía disponible permite explicar ya muchas de las diferencias que cada día encontramos en las aulas. Según esos estudios, su causa –contrariamente a lo que se pensó inicialmente– no es la crianza o la cultura sino la dotación genética y, sobre todo, el hecho de nacer varón o mujer. Es indiscutible el distinto ritmo de maduración de los chicos y las chicas. La consecuencia es que, a una misma edad, no se encuentran en igualdad de condiciones para el aprendizaje.
Tras años de estudio concluimos que era prioritario explorar fórmulas para lograr una igualdad efectiva. Y llegamos a la conclusión de que la educación diferenciada (en nuestro caso, el Proyecto MEdEs), era la mejor opción para lograrlo. Por ese motivo, el curso 2010-2011 nos decidimos a implantar la educación diferenciada, empezando por los niños de 3 años. Cada año se incorpora un nuevo curso a este plan de educación diferenciada.
Descubrimos que en los últimos quince años la ciencia ha permitido mostrar la existencia de diferencias innatas entre el sexo masculino y femenino en lo que respecta a formas de sentir, de trabajar, de reaccionar, en sus aptitudes. Teniendo en cuenta que todas ellas vienen dadas en gran medida por la naturaleza.
“Desde la octava semana de gestación, se originan diferencias cerebrales en estructura y funcionamiento, provocadas por la testosterona en los hombres y por los estrógenos en las mujeres, que marcarán ciertas tendencias, aptitudes y habilidades según el sexo durante toda la vida, estableciendo una conexión incontrovertible entre cerebro, hormonas, comportamientos y también aprendizaje. El dimorfismo sexual cerebral hace que sean al mismo tiempo diferentes en formas de socialización, comunicación, afectividad, sexualidad, comportamiento y reacciones ante idénticos estímulos, lo que a su vez determina que difieran en su forma de aprender”. (Hugo de Liaño, profesor y Jefe de Servicio de Neurología en la Universidad Autónoma de Madrid).
“Sostener que hombres y mujeres son iguales en aptitudes, habilidades o comportamiento es construir una sociedad basada en una mentira biológica y científica” (Anne Moir y David Jessel, neurólogos, en su libro: El Sexo Cere-bral).
“Existen diferencias y tienen consecuencias en los comportamientos de hombres y mujeres. Por ello, si se quiere conseguir que la sociedad sea igualitaria, no se debe tratar igual a quienes son diferentes” (Alberto Ferrús, Instituto Cajal de neurobiología del CSIC).
“(...) que existen diferencias entre ambos sexos es un hecho biológico incontrovertible. Existen diferencias sexuales en las actividades de juego, en las preferencias de lectura, en las preferencias por los medios de comunicación de masas, en los valores, en los objetivos de vida, en las razones por las que se elige la actividad profesional, en los propios intereses vocacionales, en el rendimiento escolar, en las necesidades de afiliación social o pertenencia a un grupo, en las necesidades de logro, en la creatividad, en la memoria, en la solución de problemas, en el funcionamiento endocrino, en la velocidad de maduración física, en la organización funcional del cerebro, en las habilidades o destrezas cognitivas, en los rasgos de la personalidad, etc.” (Serafín Lemos, Catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo, Libro Cerebro y educación, 2008)
En la etapa coincidente con la escolarización, observamos que los niños y las niñas difieren principalmente en sus ritmos de maduración. Pero también en sus intereses, inquietudes, aficiones, formas de socializarse, formas de reaccionar ante idénticos estímulos, maneras de jugar, afectividad y comportamiento. Todas estas diferencias provocan que tengan asimismo una diferente forma de aprender. Si hay diferencias entre varones y mujeres adultos (en las diversiones, a la hora de afrontar problemas, etc), también las hay entre niños y niñas.
A igual edad, los chicos son más impulsivos e inquietos, menos ordenados, se concentran menos, encuentran mayores dificultades para expresar sus sentimientos, se quedan atrás en destrezas verbales; muchos tienen problemas de disciplina y muchos otros sobresalen en agresividad o inadaptación escolar.
Sin embargo superan a las chicas en fuerza física y velocidad, perciben mejor el espacio y lugar que ocupan los objetos, teniendo más desarrollado el razonamiento abstracto (es decir, la capacidad de llevar algo real a algo simbólico representado por signos). Los varones están más interesados por las cuestiones objetivas (por ejemplo, datos o fechas concretas), mientras que las niñas lo están por las cuestiones subjetivas (acontecimientos).
Las chicas, por su parte, desempeñan mejor el razonamiento y la fluidez verbal. En el plano afectivo las diferencias también son destacables, por ejemplo la delicadeza, la atención a los detalles y el énfasis que ponen en lo emotivo. Los chicos se caracterizan por la rudeza, dureza e insensibilidad, descalificando globalmente la vida afectiva, que es percibida en esta etapa evolutiva como desprestigiada y hasta banalizada; la ternura está como escondida.
En definitiva, existen diferencias emocionales, conductuales y evolutivas que explican el diferente rendimiento académico que obtienen. En los lugares en los que se ha pasado a trabajar con clases diferenciadas, las mejoras han sido siempre significativas, tanto para los varones, como para las mujeres.
La educación diferenciada es un sistema pedagógico que, partiendo de la igualdad de niños y niñas en derechos y deberes, dignidad y humanidad, reconoce, sin embargo, la existencia de una serie de diferencias innatas propias de cada sexo y las aprovecha para optimizar sus potencialidades y garantizar así una igualdad de oportunidades real.
Todo ello, siempre al margen de ideologías, creencias o políticas determinadas, otorga un tratamiento adecuado a niños y niñas atendiendo con detalle a especificidades propias, lo que permite alcanzar mejor los objetivos educativos y culturales. Y también le da la oportunidad a los docentes de trabajar con grupos más homogéneos
La educación separada pudo representar un problema para la integración social de niños y niñas en una época en la que la propia sociedad no era mixta, por la falta de incorporación de la mujer al mundo laboral, político y social en general. Pero actualmente suponer que un niño se va a “traumatizar” por ir a un colegio diferenciado no parece razonable, pues no se puede perder de vista que antes que alumno se es hijo y que los hábitos han de adquirirse en casa puesto que, en estos aspectos, donde un padre o madre no llegan no se puede esperar que llegue un profesor.
Los beneficios de esta modalidad educativa son tanto personales como académicos según se desprende de todos los estudios publicados. La conclusión es que la nueva educación diferenciada permite lograr una igualdad real de oportunidades, pues trata a cada sexo de la forma más eficiente y adapta la metodología a sus características propias.
Las diferencias debidas a la diferenciación cerebral (existe de hecho un cerebro masculino y un cerebro femenino, con notables variaciones) y al distinto ritmo de maduración de los chicos y las chicas no pueden cambiarse, pero si podemos actuar sobre la metodología: adaptar la forma de enseñar, el tipo de actividades, el ritmo de la clase, el tipo de agrupamiento, los argumentos y actividades empleados para motivar, el tono de voz, el estilo de exigencia, etc. Estas actuaciones metodológicas –que constituyen el grueso de las posibles en una clase– tienen un rasgo en común: son grupales y por tanto iguales para todos; una vez elegida una de ellas será más adecuada para el grupo de los chicos o de las chicas, pero difícilmente será la mejor opción para ambos.
En la bibliografía no hemos encontrado formas de adaptar la metodología a los chicos y a las chicas, salvo en un caso: la educación diferenciada en su multiplicidad de modalidades. Hemos conocido desde colegios diferenciados, hasta colegios mixtos con asignaturas concretas diferenciadas, pasando por clases solo de chicos o de chicas en el mismo colegio.
En todos los casos, los resultados eran satisfactorios, tanto para los chicos como para las chicas. Dándose la curiosa circunstancia de que los estudiosos no se ponen de acuerdo si es mejor para ellas o para ellos. La revisión más importante de los estudios disponibles, fue encargada por el gobierno norteamericano el año 2005: Single-Sex Versus Coeducational Schooling: A Systematic Review. La llevó a cabo el Departamento de Educación. El resultado fue tan contundente que se modificó la ley para permitir la educación diferenciada en las escuelas públicas. Desde entonces, no han dejado de aumentar el número de colegios públicos con este modelo educativo. Desde luego, influyó en el cambio de postura el hecho de que las mujeres que han llegado a cargos de máxima relevancia en la política y la magistratura americana, habían estudiado en colegios de educación diferenciada.
Pero no fueron menos importantes las experiencias de colegios de barrios marginales que mejoraban espectacularmente sus resultados (académicos, de formación humana y de satisfacción personal) sólo por el hecho de convertirse en colegios con educación diferenciada. El caso del Urban Prep Charter Academy for Young Men, en el Sur de Chicago, que en el 2002 se convirtió en un instituto público exclusivo para chicos negros, de familias pobres en su mayoría. Pasó a conseguir cuotas de éxito escolar absolutamente increíbles (prácticamente del 100%), teniendo en cuenta que lo habitual, según muestran las estadísticas, es que sólo se gradúe uno de cada 40 muchachos afroamericanos (2,5%).
En nuestro colegio, después de tres años de trabajo con niños de educación infantil, vamos intuyendo algunas conclusiones que, con las naturales reservas debido al breve tiempo del que hablamos, ofrecemos a continuación:
PARA AMBOS GRUPOS |
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CHICAS | |
CONCLUSIONES | HA FUNCIONADO |
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CHICOS | |
CONCLUSIONES | HA FUNCIONADO |
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