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Fase Escolar
23.FEBRERO.2018
Durante la mañana de hoy se ha celebrado la Fase Escolar del Congreso UNIV 2018 en la Biblioteca Tomás Moro. Los alumnos participantes de 1º y 2º de Bachillerato han sido valorados por un comité científico compuesto por D.Jesús Prieto Veiga, médico pediatra y profesor de la Universidad de Salamanca; D.Luis Fernández Vaciero, doctor en Economía y periodista, y Dña. Sonia Casillas Marín, doctora en Pedagogía y profesora del Departamento de Didáctica, Organización y MIDE de la Facultad de Educación (Universidad de Salamanca). Todos ellos asistidos en la labor de Secretaría por D. Javier Burguillo, investigador del IEMYR.
Las ponencias han tratado temas muy diversos como la situación de los inmigrantes en el Mediterráneo, el Brexit, Impresoras 3D en prótesis, Bebés a la carta o Revolución y Utopía, con tesis que han defendido a través de presentaciones en soporte audiovisual y también sin él. El Comité ha ponderado la claridad en la exposición, la soltura en las explicaciones, el control del tema y también la puesta en escena, entre otros aspectos.
Es en la juventud cuando uno está abierto a captar tanto la grandeza como la imperfección del mundo en el que vive. La capacidad de asombro ante tantas realidades nuevas, experimentadas por primera vez, convive con la insatisfacción y la frustración que nacen de percibir las injusticias tan abundantes que también se dan. Los años en la universidad son la mejor oportunidad para compartir con otras personas, que se encuentran en este mismo momento vital, los sueños, ilusiones, miedos, inseguridades…pero sobretodo, el anhelo por cambiar el mundo para hacer de él un lugar más justo y más bello.
Son años en los que emergen importantes cuestiones que reclaman ser contestadas con la propia vida; ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿quién soy?, ¿qué quiero o qué tengo que hacer? Es el momento en el que uno se conoce a sí mismo, labra amistades profundas, se hacer cargo de los diferentes problemas y retos que se presentan en el mundo que a uno le ha tocado vivir, y de ahí va naciendo la inquietud por descubrir el papel que uno juega y el deseo por cambiar la sociedad. A esto se unen las inseguridades por la incertidumbre del futuro y el miedo a fracasar, así como la tentación de plegarse sobre uno mismo y terminar viviendo una vida cómoda centrada en la propia satisfacción.
Pronto se cumplirán 50 años del mayo del ’68, un movimiento estudiantil que canalizó esa voluntad de muchos jóvenes por cambiar el mundo que habían recibido de sus mayores. Visto desde la distancia, dicho acontecimiento tuvo muchas consecuencias en la configuración de la sociedad occidental tal como la vivimos hoy en día. Algunas de ellas buenas, pero otras muchas puede que hayan sido las que nos han conducido a lo que Bauman ha calificado como sociedad líquida. En el ’68 se reivindicó una libertad entendida como centro de la existencia y autorreferencial, una lucha por alcanzar la libertad como fin en sí mismo, y no como medio necesario, pero no suficiente, para alcanzar la felicidad. Es cierto que en algunos contextos es necesaria una lucha por conquistar determinados ámbitos de libertad, pero no hay que perder de vista que dicha libertad es para poder ejercerla en la consecución de bienes, y no para tratar meramente de conservarla a base de evitar todo tipo de compromiso que pueda reducir su previa indeterminación.
Dados los acontecimientos actuales, parece que ahora es también un buen momento para luchar por un cambio de paradigma que posibilite construir un futuro más esperanzador. Teniendo en cuenta que las ideologías cada vez proliferan más, y que ninguna de ellas hace justicia a la auténtica grandeza de la persona humana, por ser la mayoría de las veces visiones reduccionistas del hombre, resulta acuciante la existencia de un movimiento de jóvenes que haga suya esta tarea. Será necesario que dediquen tiempo al estudio y la reflexión, así como a interiorizar toda la experiencia humana alcanzada hasta el momento, para poder conocer la verdad más profunda del corazón humano y así poder proponer, en los diversos ámbitos de la vida social, modelos que solucionen los problemas actuales y que promuevan el bien común de los ciudadanos. ¿Eres un rebelde, un inconformista, un héroe? Es ahí, en la universidad, con tus amigos, en la calle, donde descubrirás tu vocación profesional, tu vocación social, tu vocación familiar, tu vocación divina y donde podrás convertirte en protagonista de la historia.
El movimiento ha sido el gran tema del siglo XX. Los artistas se empeñaron en representarlo. La velocidad se convirtió en materia de belleza y en ideal futurista. El cine aparece como el arte de la imagen en movimiento Los avances técnicos permiten al hombre recorrer el planeta en un tiempo cada vez menor y transforman el modo de habitarlo.
El siglo XXI se presenta a su vez lleno de paradojas: la libertad y facilidad de movimiento se contrapone a fenómenos como los desplazados y los cierres de fronteras. El mito de la globalización, de un mundo en continuo intercambio y relación, se detiene frente a los miles de personas que escapan de las guerras y de la pobreza, buscando un nuevo lugar donde hacer crecer sus familias y sus vidas. Al mismo tiempo, el mundo de la información y de la tecnología fomenta una igualdad global que contrasta con las grandes desigualdades sociales actuales. La gran revolución de las comunicaciones móviles está conduciendo –en muchos casos– a un creciente individualismo y aislamiento social. La velocidad parece limitar el conocimiento y la profundidad en las relaciones, aumentando un ritmo de vida que tiende a lo superficial y se encuentra cada vez más carente de raíces profundas.
Por estos motivos, se hace necesaria una reflexión sobre el fenómeno “movilidad” y sus consecuencias para la persona. La necesidad de atender con verdadera comprensión y espíritu humano a las personas que están sufriendo el drama de la guerra o del hambre en sus países de origen, las enfermedades y dificultades que millones de refugiados han tenido que sobrepasar, les hace dignos y necesitados de un trato lleno de caridad. A su vez, el creciente mundo digital, lleno de oportunidades y de beneficios, es también un mundo repleto de riesgos y peligros para el ser humano, que tiende a esconderse tras “los dígitos” y ahoga su capacidad de relación personal sin apenas darse cuenta.
Estos aspectos nos lleva a preguntarnos: ¿qué es lo que hemos de hacer para humanizar el mundo de hoy?, ¿se puede hacer algo para llevar las relaciones a un plano humano y personal tan necesario para el crecimiento del hombre actual?, ¿cuáles han de ser las características de la movilidad del futuro?, ¿dónde están los límites?
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